Los trastornos gastrointestinales son muy comunes en la población adulta, ya sea por sufrir algún tipo de patología asociada o por una mala alimentación. Los más habituales son el reflujo, la acidez y la dispepsia, sin embargo, no se suele conocer las diferencias entre ellos, por eso en este artículo queremos explicarte con más detalle sus causas y los consejos más adecuados para no sufrirlos.
Es importante que si tienes algún tipo de síntomas acudas a un especialista que pueda realizar una evaluación para indicar un diagnóstico y el tratamiento más adecuado.
Los síntomas del reflujo gástrico son ardor en la superficie alta del esófago e incluso regurgitación del contenido del estómago. Este síntoma puede hacer que se confunda con la acidez.
El reflujo gástrico puede estar provocado por enfermedades como la gastritis y la hernia hiato que se determinan mediante pruebas médicas como una endoscopia. Sus síntomas suelen empeorar con la ingesta de bebidas carbonatadas, cafeína, alcohol y algunos alimentos como la cebolla, el tomate, el ajo, la comida picante o los fritos.
Además de mejorar la alimentación, el tratamiento recomendado son fármacos como inhibidores de la bomba de protones, dormir en una cama con la zona de la cabeza ligeramente elevada, esperar de tres a cuatro horas para acostarse después de comer, eliminar el alcohol y el tabaco y evitar situaciones de estrés y ansiedad.
La dispepsia es lo que consideramos como mala digestión y sus síntomas suelen aparecer tras las comidas de una forma muy localizada en el epigastrio, que se encuentra entre las costillas y el ombligo. Las molestias más habituales son dolor, hinchazón, sensación de pesadez, gases, ya sea a través de eructos o flatulencias, náuseas y ardor.
La dispepsia suele tratarse incorporando hábitos alimenticios más sanos, como masticar más lentamente o comer alimentos cocinados a la plancha o al vapor, sin picante o mucha grasa.
Este trastorno no suele ser grave, pero a veces hay que realizar algunas pruebas para descartar una infección como la de la bacteria Helicobacter pylori, alteraciones en el metabolismo, enfermedad de reflujo gastroesofágico o algún tipo de cáncer.
En ocasiones, la dispepsia es la consecuencia de sufrir obesidad, la vida sedentaria, el estrés, la ingesta prolongada y masiva de algunos fármacos como los antiinflamatorios o del consumo de tabaco y alcohol.
Para muchas personas adultas es habitual sentir quemazón y ardor en la parte superior del abdomen, una sensación de calor que sube desde el esternón hasta la garganta, esto es lo que se conoce como acidez estomacal.
Estos síntomas pueden durar varias horas y en los casos más graves tiene como consecuencia tos crónica, problemas para dormir y tragar, asma e incluso atragantamiento.
La acidez estomacal suele sentirse tras ingerir alimentos y empeora si la persona que lo sufre se acuesta, por eso se recomienda que tras comer se permanezca erguido o sentado varias horas.
Estos síntomas vienen provocados por la ingesta de diversos alimentos como fritos, bebidas gaseosas, alcohol, chocolate, café, comidas muy grasas o excesivamente condimentadas.
En definitiva, aunque el reflujo, la acidez y la dispepsia comparten algunos síntomas similares, como la sensación de ardor y la incomodidad en el área abdominal, cada uno tiene causas y tratamientos específicos.
Es importante acudir a un especialista si se experimentan estos síntomas para recibir un diagnóstico preciso y el tratamiento adecuado. Además, incorporar hábitos alimenticios saludables, como evitar comidas muy grasas o condimentadas, masticar lentamente y no acostarse inmediatamente después de comer, pueden ayudar a prevenir estos trastornos gastrointestinales.
Con una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable, es posible reducir la probabilidad de sufrir estos síntomas y mejorar la calidad de vida.